Quienes
están en contra de la eutanasia y se autodenominan protectores de la vida
afirman que el Estado está en la obligación de proteger la vida humana desde la
fecundación hasta la muerte natural y no por el contrario promover leyes que
atenten contra ese sagrado derecho.
Por
otro lado arguyen que no se puede imponer una ley a la que se oponen la gran
mayoría de los colombianos, es antidemocrático desconocer el deseo popular.
Unos pocos no pueden convertir en norma algo contra lo que la gran mayoría está
en desacuerdo.
Frente
a lo anterior debo expresar lo siguiente: efectivamente el Estado debe proteger la vida, no obstante
en asuntos que le conciernen exclusivamente al individuo éste tiene el derecho a
decidir hasta donde permite esa protección. En situaciones en las que una
enfermedad terminal genera sufrimiento insoportable, putrefacción; donde las
cosas más básicas como comer, asearse, ir al baño dependen del auxilio de otras
personas no es algo que haga deseable la conservación de la vida. Buscar preservar
la vida pierde sentido para algunos individuos sobre todo cuando vivir
significa por decirlo de algún modo estar condenado a soportar por mucho tiempo
una situación indigna y una lenta y dolorosa agonía. Cuando la vida se
convierte en una carga insoportable esa protección del Estado se convierte más en
un mal que en un bien para el sujeto, por ello el individuo está en su derecho
de restringir esa protección respecto a su propia vida.
Ahora
bien, el Estado no sólo debe procurar proteger la vida también debe garantizar
la igualdad y libertad de los individuos. Cuando se niega a los individuos la
posibilidad de practicarse la eutanasia no se perjudica al individuo únicamente
con una larga y tortuosa agonía sino que se vulneran sus derechos a la igualdad
y a la libertad.
¿Igualdad entre individuos?
Al
prohibirse la eutanasia se vulnera el derecho a la igualdad porque se
privilegian ciertas valoraciones religiosas particulares. Aquellos que se
oponen a la eutanasia suelen afirmar que dejan sus convicciones religiosas aún
lado y que su único interés es la defensa de la vida. Sin embargo los
argumentos que suelen utilizar no dejan de tener cierta carga religiosa: “La
vida es sagrada, el hombre no puede decidir sobre su vida porque eso es algo inmoral,
es la naturaleza la que debe decidir etc…”
Pero
es que ya es costumbre que nos metan de contrabando valoraciones religiosas
particulares, haciéndolas pasar como argumentos validos que son neutros en
términos religiosos. Ya no hablan de una
entidad metafísica “Dios es soberano sobre la vida” ahora hablan de “el gran orden
natural como aquel que tiene soberanía sobre la vida y no el hombre”. Pero en
resumen su argumentación oculta la valoración religiosa a saber: que sólo Dios
puede decidir sobre la vida y la muerte al ser nuestro creador, que si el
hombre decide quitarse la vida está invadiendo los designios divinos. Al
prohibir la eutanasia basados en esas valoraciones se está privilegiando una valoración
religiosa de la vida y la muerte sobre otro tipo de valoraciones.
El
Estado debe proteger los individuos que no tienen creencias religiosas como
aquellos que las tienen. Se debilita esa protección cuando se privilegia una valoración religiosa en particular. Cuando
se buscan que unas creencias religiosas particulares se conviertan en obligación
incluso para los que no las comparten se obstaculiza otras posibles
valoraciones de la vida y la muerte, valoraciones a las que el individuo
también tiene derecho.
Además
la imposición de cómo asumir la vida y la muerte es algo que no se puede
imponer desde el Estado, esto es una cuestión privada en la que cada quien
tiene derecho hacer su propia valoración. Pero es que como se sabe las
religiones ejercen el poder buscando tener control sobre cada aspecto íntimo de
los individuos, y al parecer quieren que el Estado actué de igual forma.
Funcionarios y políticos que parecen más sacerdotes reprimidos que funcionarios
públicos ocultan un interés: basados en una supuesta buena causa “la defensa de
la vida” buscan el ejercicio abusivo de un poder al cual no tienen derecho,
creen poder tomar decisiones en terreno privado donde sólo el individuo tiene
exclusivo derecho.
¿Libertad?
También
se esta vulnerando la libertad de los
individuos. Cuando el Estado privilegia ciertas creencias y valoraciones religiosas
afecta la autonomía del individuo de manera negativa. En el caso de la
eutanasia el individuo que no comparte las mismas creencias religiosas se ve
obligado a hacer algo que va en contra de su voluntad.
Así
como el creyente tiene derecho a vivir su vida de acuerdo a sus creencias el
ateo tiene igual derecho a vivir su vida de acuerdo sus convicciones. Cuando por
medio del Estado se imponen las creencias religiosas de la mayoría se debilita la protección que se debe
promover a las libertades de las minorías. La realización de un proyecto de
vida no puede ser a costa de la negación de otros proyectos de vida; el Estado
está obligado a mantener un equilibrio para que diversos proyectos de vida
tengan lugar. Con todo, los individuos tienen derecho a vivir y morir de
acuerdo a sus creencias siempre y cuando esas creencias no pongan en peligro
los derechos individuales de los demás.
Sin
embargo éste equilibrio esta muy lejos de ser realidad: cuando se prohíbe la
eutanasia la visión del creyente es impuesta al no creyente. Éste estará
obligado a sufrir indefinidamente cuando no quiere hacerlo. Está obligado a
morir de acuerdo a las creencias y valoraciones del religioso. Por el contrario
que la eutanasia se legalice no significa que entonces se convertirá en algo
obligatorio: el creyente podrá seguir asumiendo la muerte tal como le dicten sus
creencias. La eutanasia es un procedimiento que sólo afecta a quién lo desea. Los
médicos pueden abstenerse de practicar la eutanasia si sus creencias se lo
prohíben. También las personas religiosas que padecen enfermedades terminales
extremadamente dolorosas son libres de no ejercer su derecho al procedimiento.
Por
ello, no se puede hablar de imposición al despenalizar la muerte asistida ya
que el creyente seguirá viviendo su
proyecto de vida de acuerdo a sus convicciones. Los creyentes podrán seguir viviendo
su muerte como lo considere sus consciencias. Seguirán valorando como virtuosos
a aquellos individuos que son capaces de soportar una larga y dolorosa agonía basados
en sus conceptos de expiación y purificación. Pero así mismo los individuos que
no compartimos ese tipo de valoraciones tenemos derecho a vivir de acuerdo a
nuestras creencias y valoraciones como que vivir no tiene sentido si la vida se
convierte en una larga y dolorosa agonía, que morir es un mal menor frente al
hecho de soportar una tortura innecesaria. No se nos puede obligar a valorar
una enfermedad terminal como un proceso de purificación por el cual estoy obligado
a pasar. No se nos puede obligar a vivir una muerte tortuosa porque otros la valoran como
algo virtuoso.
El
día 6 de diciembre del 2012 el presidente del Congreso de Colombia Roy Barreras
anunció el aplazamiento del debate de la Eutanasia por pedido de algunos representantes
de la iglesia católica. Según él para darle más profundidad al debate “la eutanasia es un tema que toca
las diferencias entre la vida y la muerte, es un tema que no puede debatirse o
aprobarse a la ligera, requiere mucho más debate, más profundidad en el
análisis, más foros académicos y más voces, como la de la iglesia católica”. Al parecer 15 años no han sido suficientes para
ello. Ésta es otra argucia más para dilatar la posibilidad de que la práctica
de la eutanasia se reglamente. El debate
se abrirá de nuevo en el Congreso en marzo del 2013. (1)
Notas
(1). Aplazan debate de la eutanasia por petisión de la iglesia