viernes, 15 de junio de 2012

La carga de la prueba y el principio de lo extraordinario


Esta reflexión surgió  a propósito del texto de Carmen Chase  La carga de la prueba para un Dios que da lugar a una sugerente discusión sobre el tema. Hay que aclarar que la autora está de acuerdo en que tanto el ateo como el teísta pueden asumir la carga de la prueba.

El debate sobre la carga de la prueba se centra en la disputa sobre quién tiene la obligación intelectual de probar lo que sostiene ¿Debe el teísta asumir el desafío de probar lo que cree o es el ateo el que tiene esa obligación?

Algunos ateos intentan defender que no tienen el deber de demostrar que Dios no existe, para ello utilizan una variedad de razones de las cuales sólo evaluaremos el siguiente principio "lo normal se presume, lo extraordinario se debe probar". Aquí argumentaré que tal principio no es una buena razón o estrategia para que el ateo pueda  evadir la carga de la prueba



En su texto Chase afirma lo siguiente: lo normal se presume, lo extraordinario se debe probar.  Quien hace afirmaciones insólitas, extraordinarias tiene la obligación intelectual de probarlas, no quien las cuestiona. Por el contrario, las afirmaciones ordinarias o normales no se cuestionan ni se les exigen pruebas porque concuerdan con nuestras experiencias cotidianas y con el conocimiento vigente.  El teísmo hace afirmaciones extraordinarias, por lo tanto es el teísta el que tiene la obligación de probar. 

El problema con este principio enunciado por la autora  es que es muy general. Lo normal  y lo extraordinario es algo que puede ser relativo a cada contexto. Normal puede ser interpretado como: lo que la mayoría de la gente cree, el sentido común, lo tradicional, lo que nos enseñaron nuestros padres, maestros, sacerdotes. Y aunque la autora parece afirmar que lo normal hace referencia al conocimiento científico; normal no es para todo el mundo el conocimiento científico y más aún puede ser todo lo contrario. Veamos un ejemplo:


En  una comunidad X los conocimientos vigentes afirman que  la tierra es inmóvil, que es el centro del universo y que todos los planetas giran alrededor de ella. Sí aplicamos el principio "lo normal se presume, lo extraordinario se debe probar", toda afirmación acorde a esos “conocimientos” será normal  y no se exigirá prueba alguna. No obstante, si un sujeto de esa comunidad afirma que la tierra se mueve, que la tierra no es el centro del universo y que los planetas incluidos la tierra se mueven alrededor del sol; entonces en ese contexto las afirmaciones hechas por ese sujeto serán extraordinarias, insólitas  y según el principio mencionado arriba sus afirmaciones deberán ser probadas.

El ejemplo anterior muestra que no porque determinadas afirmaciones en un contexto concuerden con lo que se denomina normal, quiere decir que están exentas de la carga de la prueba; ya que en otros contextos eso que denominamos una afirmación normal puede ser extraordinaria y entonces vernos obligados a probarla. Cuando en un contexto lo que creemos va en contra de la corriente sólo eso es necesario para que seamos nosotros los que debamos asumir el deber de probar.

También se puede observar que una afirmación extraordinaria no siempre es sinónimo de una afirmación falsa y una afirmación normal no siempre es sinónimo de verdad como parecen muchos suponer cuando citan el principio. Una creencia falsa puede ser tenida por una comunidad como verdadera y por lo tanto como algo normal, aceptable y por ello no surgirá la necesidad de probarla; también por más verdadera que sea una afirmación eso no será suficiente para evitar la carga de la  prueba. Con todo, la verdad o la falsedad de una afirmación no determina quien tiene el deber de probar.

Otro punto a señalar es que las discusiones informales generalmente no siguen procedimiento alguno. En un contexto específico a veces por el desconocimiento de algunos pocos, un sujeto que sabe, se ve obligado a cargar con la obligación de probar sus afirmaciones e informar a los que las ignoran por más que esas afirmaciones sean normales o comunes para la mayoría de esa comunidad. 

Igualmente, a veces los que cuestionamos algunas afirmaciones nos vemos obligados a demostrar porque sostener x afirmación es un error. No siempre los que cuestionan afirmaciones están exentos de demostrar la falsedad de las mismas. A veces para promover el conocimiento y hacerle frente a la superstición, la credulidad y la desinformación se debe asumir el peso de la carga de la prueba.

Referencias
Chase Carmen, La carga de la prueba para un Dios en: http://www.ateismopositivo.com.ar/

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