viernes, 18 de mayo de 2012

Una Evasiva Al Problema Del Mal

Cuando se discute por qué Dios permite tantas injusticias en el mundo, es frecuente que los creyentes afirmen indignados que Dios no puede ser entendido como una especie de esclavo que está al servicio del hombre. Dios es Dios, y no una bestia que obedece ordenes. ¿Quién es el hombre para exigirle algo? Esta defensa tiene como fuente la actitud de extrema sumisión que encuentra grosero e inaceptable que se exijan cuentas a Dios por la maldad en el mundo. Por el contrario pienso que hacerle esa rendición de cuentas es percatarse de la incompatibilidad de los hechos con la idea que nos muestran de Dios.
 
 
Hay algo curioso en este tipo de defensa: el creyente al no poder justificar la imagen de Dios como padre amoroso que nos protege, recurre entonces a la imagen del Dios rey, frío y autoritario al que hay que obedecer ciegamente, tenga la actitud que tenga. Por ejemplo los predicadores aprovechándose de las necesidades y problemas que aquejan a la gente le ofrecen primero una imagen de un Dios que les ayudará en sus problemas, una especie de genio mágico a quíen le puedes pedir lo que sea; luego cuando ya eres creyente te cambian las reglas de juego y resulta que eres una vil creatura de Dios sin autoridad alguna para pedir nada.
Ahora bien, la idea de Dios como un sirviente o un esclavo, es una falsa imagen para ocultar el siguiente problema: la idea de alguien que se supone bueno y nos ama pero que es indiferente con los males que padecen los seres humanos. Si uno ama a alguien, y ese alguien se encuentra en problemas y está en nuestro poder hacer algo para evitar su mal lo ayudamos. El hacerlo no implica que yo sea un esclavo o una bestia al servicio de alguien. El sólo hecho de amar a alguien te hace ser solidario con él. ¿De cuando acá ser solidario, el querer ayudar a alguien que amas te hace alguien inferior o un esclavo?
En conclusión, no es contradictorio exigir la ayuda de Dios, por más rey de reyes que sea. No es contradictorio exigirle resultados a la fuerza pública (policía, fuerzas militares) cuando prometen protegerte. Así mismo, Dios podría ayudar a los niños y mujeres indefensos que en este mismo instante están siendo victimas de algún mal, y al hacerlo no dejaría de ser Dios. Pero el hecho es que no lo hace. Por eso es que la idea de un Dios amoroso que no quiere nuestro mal y que puede evitarlo es una idea bastante dudosa.