viernes, 8 de febrero de 2013

El odio y la admiración como obstáculo epistemológico

Sí un sujeto tiene como uno de sus objetivos evitar tener creencias falsas y procurar acercarse a la verdad; debe actuar de tal forma que pueda aumentar la probabilidad de alcanzar esos objetivos.  Así como hay acciones que contribuyen a lograr ciertos objetivos también hay acciones que lo impiden. A las acciones que hacen difícil la obtención del conocimiento denominémoslas obstáculos epistemológicos: son acciones colectivas e individuales, conscientes e inconscientes que hacen menos fácil nuestro camino hacia la verdad. En seguida un ejemplo más de obstáculo epistémico.
Los sentimientos que nos generan las personas, algunas veces pueden ser un problema para juzgar ciertas afirmaciones con objetividad.  Sentimientos de admiración, de odio o de temor pueden influir de manera considerable a la hora de evaluar la opinión de alguien.  

Una persona a la cual no tenemos en muy buena estima puede estar en lo correcto cuando da su opinión, pero nuestros sentimientos negativos hacia ella pueden ser tan fuertes que imposibiliten el prestarle la debida atención y por ello privarnos de aceptar una opinión correcta. También se da lo contrario, si tenemos a una persona en muy alta estima, en algunos casos esto puede ser un inconveniente para la verdad. Una persona que nos genera admiración se puede equivocar en lo que dice y los sentimientos de aprecio que tenemos hacia ella pueden oscurecer tales errores y hacer que le creamos ciegamente.

Si Satanás afirma que 2 + 2 = 4,  su afirmación es verdadera aún cuando Satanás nos genere los peores sentimientos. Si Jesucristo afirma que 3 + 2 = 6, por más que lo diga Jesucristo o la madre Teresa de Calcuta debemos aceptar que su afirmación es falsa.
Por ello mesclar los sentimientos que tenemos hacia alguien a la hora de evaluar sus afirmaciones es un obstáculo epistémico en relación a nuestro objetivo de evitar el error y procurar tener creencias lo más cercanas a la verdad. Sentimientos de admiración pueden hacernos aceptar creencias falsas y sentimientos de odió pueden evitar que tengamos creencias correctas. Debemos sopesar qué razones o evidencias apoyan la afirmación, no centrarnos exclusivamente en la persona que hace la afirmación. Las afirmaciones son verdaderas o falsas independientemente de quien las diga.