lunes, 1 de abril de 2013

Bienaventurados los que no creyeron


Por supuesto hay quienes afirman lo contrario

 “... bienaventurados los que no vieron, y creyeron.” (1)

A continuación un ejemplo que señala como algunos creyentes hacen uso de lo que denominan el discernir espiritual, que es el tratamiento especial que le dan a sus creencias cuando éstas chocan con la realidad.



Un grupo de 150 sujetos afirman que Dios busca castigar el comportamiento pecaminoso de la humanidad dándole fin al universo. Basados en sus textos sagrados e informantes sobrenaturales concluyen que la fecha de la destrucción es X. Según estos individuos la única manera de salvarnos de la aniquilación divina es uniéndonos a su secta; esto nos garantizará un viaje  directo al paraíso, al nuevo mundo en el que no habrá más sufrimiento ni pecado, únicamente felicidad eterna. Curiosamente la unión a la secta implica: vender nuestras posesiones materiales y la entrega total de los bienes económicos al líder espiritual.

La secta recluida  en un lugar especial, espera la llegada del fin del mundo con canticos religiosos y oraciones. Llega la tan esperada fecha X y resulta que no ocurre absolutamente nada.

Al interrogar a uno de los integrantes de la secta sobre el por qué de la errónea predicción, éste afirmo que de ninguna manera estaban equivocados “Dios en su infinita compasión al ver nuestra fe, sacrificio y devoción espiritual tuvo compasión del universo y pospuso la fecha del exterminio. Este acto de misericordia no hay que entenderlo con la mente sino con la guía del Espíritu

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para el son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.” (2) 

Después de unos días se notifico a las autoridades la desaparición del líder espiritual, no había rastro alguno de él. Al parecer fue al único ser humano que Dios decidió llevarse al  paraíso, incluyendo  por supuesto todos los fondos económicos de la secta.




Muchas veces me han aconsejado comprender las creencias religiosas no desde una perspectiva racional sino desde una perspectiva espiritual. En su opinión son creencias que deben ser miradas de una forma diferente, según ellos, es un error evaluarlas desde la  razón. Son sagradas y forman parte de una dimensión sobrenatural, una dimensión especial que curiosamente hace que la razón sea una herramienta inadecuada para la revisión de éstas creencias.

Por mi falta de tacto con sus creencias, me acusen de estar muerto espiritualmente.  Me dicen: “la razón humana no permite que escuches la voz de Dios”. Está claro, sensibilidad espiritual es insensibilidad con las razones y evidencias en contra. Discernir las cosas espiritualmente no es otra cosa que una actitud acrítica e irreflexiva con nuestras creencias. Es la actitud que obliga a la voluntad a creer a pesar de las incoherencias y evidencias en contra. Por eso, prefiero el amargo, frio  y arduo camino de la exigencia de buenas razones y evidencias a la comodidad del discernir espiritual. Afortunadamente estoy muerto espiritualmente…

Referencias

(1) San Juan 20: 29
(2) 1 Corintios 2: 14