viernes, 7 de diciembre de 2012

Eutanasia igualdad y libertad


Quienes están en contra de la eutanasia y se autodenominan protectores de la vida afirman que el Estado está en la obligación de proteger la vida humana desde la fecundación hasta la muerte natural y no por el contrario promover leyes que atenten contra ese sagrado derecho.
Por otro lado arguyen que no se puede imponer una ley a la que se oponen la gran mayoría de los colombianos, es antidemocrático desconocer el deseo popular. Unos pocos no pueden convertir en norma algo contra lo que la gran mayoría está en desacuerdo.

 
Frente a lo anterior debo expresar lo siguiente: efectivamente  el Estado debe proteger la vida, no obstante en asuntos que le conciernen exclusivamente al individuo éste tiene el derecho a decidir hasta donde permite esa protección. En situaciones en las que una enfermedad terminal genera sufrimiento insoportable, putrefacción; donde las cosas más básicas como comer, asearse, ir al baño dependen del auxilio de otras personas no es algo que haga deseable la conservación de la vida. Buscar preservar la vida pierde sentido para algunos individuos sobre todo cuando vivir significa por decirlo de algún modo estar condenado a soportar por mucho tiempo una situación indigna y una lenta y dolorosa agonía. Cuando la vida se convierte en una carga insoportable esa protección del Estado se convierte más en un mal que en un bien para el sujeto, por ello el individuo está en su derecho de restringir esa protección respecto a su propia vida.
Ahora bien, el Estado no sólo debe procurar proteger la vida también debe garantizar la igualdad y libertad de los individuos. Cuando se niega a los individuos la posibilidad de practicarse la eutanasia no se perjudica al individuo únicamente con una larga y tortuosa agonía sino que se vulneran sus derechos a la igualdad y a la libertad.

¿Igualdad entre individuos?

Al prohibirse la eutanasia se vulnera el derecho a la igualdad porque se privilegian ciertas valoraciones religiosas particulares. Aquellos que se oponen a la eutanasia suelen afirmar que dejan sus convicciones religiosas aún lado y que su único interés es la defensa de la vida. Sin embargo los argumentos que suelen utilizar no dejan de tener cierta carga religiosa: “La vida es sagrada, el hombre no puede decidir sobre su vida porque eso es algo inmoral, es la naturaleza la que debe decidir etc…”
Pero es que ya es costumbre que nos metan de contrabando valoraciones religiosas particulares, haciéndolas pasar como argumentos validos que son neutros en términos religiosos.  Ya no hablan de una entidad metafísica “Dios es soberano sobre la vida” ahora hablan de “el gran orden natural como aquel que tiene soberanía sobre la vida y no el hombre”. Pero en resumen su argumentación oculta la valoración religiosa a saber: que sólo Dios puede decidir sobre la vida y la muerte al ser nuestro creador, que si el hombre decide quitarse la vida está invadiendo los designios divinos. Al prohibir la eutanasia basados en esas valoraciones se está privilegiando una valoración religiosa de la vida y la muerte sobre otro tipo de valoraciones.

 
El Estado debe proteger los individuos que no tienen creencias religiosas como aquellos que las tienen. Se debilita esa protección cuando se privilegia  una valoración religiosa en particular. Cuando se buscan que unas creencias religiosas particulares se conviertan en obligación incluso para los que no las comparten se obstaculiza otras posibles valoraciones de la vida y la muerte, valoraciones a las que el individuo también tiene derecho.
Además la imposición de cómo asumir la vida y la muerte es algo que no se puede imponer desde el Estado, esto es una cuestión privada en la que cada quien tiene derecho hacer su propia valoración. Pero es que como se sabe las religiones ejercen el poder buscando tener control sobre cada aspecto íntimo de los individuos, y al parecer quieren que el Estado actué de igual forma. Funcionarios y políticos que parecen más sacerdotes reprimidos que funcionarios públicos ocultan un interés: basados en una supuesta buena causa “la defensa de la vida” buscan el ejercicio abusivo de un poder al cual no tienen derecho, creen poder tomar decisiones en terreno privado donde sólo el individuo tiene exclusivo derecho.

¿Libertad? 

También se esta vulnerando  la libertad de los individuos. Cuando el Estado privilegia ciertas creencias y valoraciones religiosas afecta la autonomía del individuo de manera negativa. En el caso de la eutanasia el individuo que no comparte las mismas creencias religiosas se ve obligado a hacer algo que va en contra de su voluntad.
Así como el creyente tiene derecho a vivir su vida de acuerdo a sus creencias el ateo tiene igual derecho a vivir su vida de acuerdo sus convicciones. Cuando por medio del Estado se imponen las creencias religiosas de  la mayoría se debilita la protección que se debe promover a las libertades de las minorías. La realización de un proyecto de vida no puede ser a costa de la negación de otros proyectos de vida; el Estado está obligado a mantener un equilibrio para que diversos proyectos de vida tengan lugar. Con todo, los individuos tienen derecho a vivir y morir de acuerdo a sus creencias siempre y cuando esas creencias no pongan en peligro los derechos individuales de los demás.
 

Sin embargo éste equilibrio esta muy lejos de ser realidad: cuando se prohíbe la eutanasia la visión del creyente es impuesta al no creyente. Éste estará obligado a sufrir indefinidamente cuando no quiere hacerlo. Está obligado a morir de acuerdo a las creencias y valoraciones del religioso. Por el contrario que la eutanasia se legalice no significa que entonces se convertirá en algo obligatorio: el creyente podrá seguir asumiendo la muerte tal como le dicten sus creencias. La eutanasia es un procedimiento que sólo afecta a quién lo desea. Los médicos pueden abstenerse de practicar la eutanasia si sus creencias se lo prohíben. También las personas religiosas que padecen enfermedades terminales extremadamente dolorosas son libres de no ejercer su derecho al procedimiento.

Por ello, no se puede hablar de imposición al despenalizar la muerte asistida ya que el creyente seguirá viviendo  su proyecto de vida de acuerdo a sus convicciones. Los creyentes podrán seguir viviendo su muerte como lo considere sus consciencias. Seguirán valorando como virtuosos a aquellos individuos que son capaces de soportar una larga y dolorosa agonía basados en sus conceptos de expiación y purificación. Pero así mismo los individuos que no compartimos ese tipo de valoraciones tenemos derecho a vivir de acuerdo a nuestras creencias y valoraciones como que vivir no tiene sentido si la vida se convierte en una larga y dolorosa agonía, que morir es un mal menor frente al hecho de soportar una tortura innecesaria. No se nos puede obligar a valorar una enfermedad terminal como un proceso de purificación por el cual estoy obligado a pasar. No se nos puede obligar a vivir  una muerte tortuosa porque otros la valoran como algo virtuoso.
El día 6 de diciembre del 2012 el presidente del Congreso de Colombia Roy Barreras anunció el aplazamiento del debate de la Eutanasia por pedido de algunos representantes de la iglesia católica. Según él para darle más profundidad al debate la eutanasia es un tema que toca las diferencias entre la vida y la muerte, es un tema que no puede debatirse o aprobarse a la ligera, requiere mucho más debate, más profundidad en el análisis, más foros académicos y más voces, como la de la iglesia católica”. Al parecer 15 años no han sido suficientes para ello. Ésta es otra argucia más para dilatar la posibilidad de que la práctica de la eutanasia se reglamente.  El debate se abrirá de nuevo en el Congreso en marzo del 2013. (1)

Notas

(1). Aplazan debate de la eutanasia por petisión de la iglesia